El objeto de la elección de las estructuras abisales como herramienta de proyectual es doble, por un lado servir como matriz para el método que propone la arquitectura biónica y por otro lado con objeto de facilitar la tarea de la descodificación del lenguaje de la estructura animal.
El primer objetivo parte de la corriente considerada como vanguardia perteneciente a la segunda mitad del siglo veinte desarrollada por los doctores arquitectos Javier Pioz y Mª Rosa Cervera, llamada Arquitectura Biónica la cual promueve una idea: "La naturaleza lo ha hecho antes y lo ha hecho mejor".
La sencilla intuición formal que ofrecen las estructuras abisales facilitan la tarea de descubrir cual es su organización, y nos sirve como herramienta de proyecto.
La zona abisopelágica o zona abisal es uno de los niveles en los que está dividido el océano según su profundidad, está situada por debajo de la zona batipelágica y por encima de la hadopelágica y corresponde al espacio oceánico entre 3.000 y 6.000 metros de profundidad.
Son ciertas especies de animales marinos que nadan libremente, viven y se alimentan en aguas abiertas a dichas profundidades y nunca se aproximan a la superficie, excepto algunas especies.
Las insondables profundidades abisales albergan una curiosa fauna con una apariencia monstruosa en su mayor parte. Los animales descritos por los científicos son todavía unos auténticos desconocidos en cuanto a su comportamiento y se sospecha que tan solo se ha descubierto una pequeña parte por lo que cada año se descubren nuevas especies.
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descubrir que hay mejillones en las profundidades abisales que convierten de una manera ultra-eficiente el hidrógeno presente en la naturaleza en energía, convirtiéndose automáticamente en pequeñas células de combustible de hidrógeno vivientes.
La búsqueda de nuevas fuentes de energía para paliar las crecientes necesidades de la humanidad han hecho que estas pilas de combustible sean consideradas una de las alternativas de energía limpia más prometedoras. Sin embargo, parece que estos mejillones llevan haciéndolo millones de años en la más remota oscuridad, hasta que ahora acaban de ser iluminados por el faro de un batiscafo alemán.
Estos mejillones fueron encontrados cerca de respiraderos hidrotermales en el lecho marino y se habían integrado con las bacterias simbióticas que convierten el hidrógeno en energía para producir materia orgánica. Con este descubrimiento, los científicos podrían ser capaces de clonar estas bacterias que se alimentan de hidrógeno para crear un universo de células naturales de combustible orgánicas, simplemente sintetizando la enzima clave para la oxidación del hidrógeno, mediante técnicas moleculares.
Rápidamente se dieron cuenta que la clave de su supervivencia era su asociación simbiótica con los microbios quimiosintéticos que hacían de fuentes de energía para la vida marina de alrededor, transformando el sulfuro de hidrógeno y el metano que lanzan las chimeneas hidrotermales. Ahora, el Instituto Max Planck de Microbiología Marina ha descubierto una tercera fuente de energía basada en el hidrógeno.
El mejillón hallado, de la especie Bathymodiolus puteoserpentis, es el más abundante en los respiraderos de Logatchev y encontraron que la población de estos moluscos y sus bacterias asociadas consumían hasta un 50 por ciento del hidrógeno liberado, hasta 5.000 litros de hidrógeno por hora.
Los organismos que viven en los respiraderos hidrotermales oxidan los compuestos inorgánicos para obtener la energía necesaria para crear la materia orgánica a partir de dióxido de carbono. A diferencia de en tierra, donde la luz solar proporciona la energía para la fotosíntesis, en las oscuras profundidades del mar son estos productos químicos inorgánicos los que proporcionan energía para la vida, en un proceso llamado quimiosíntesis.
Según los cálculos del Instituto alemán, en estos respiraderos hidrotermales la oxidación del hidrógeno podría proporcionar siete veces más energía que la oxidación del metano; y hasta 18 veces de energía que más la oxidación de sulfuros. Estas fuentes hidrotermales a lo largo de las dorsales oceánicas emiten grandes cantidades de hidrógeno; si las dorsales se pueden comparar a una autopista de hidrógeno, las fumarolas son las gasolineras donde los organismos se paran para la producción primaria de energía simbiótica.
Los resultados de la investigación, llevada a cabo con el instituto alemán Max Planck con la ayuda de la Universidad estadounidense de Harvard, y que publica la revista científica “Nature”, abren “perspectivas muy interesantes” en el sector de las biotecnologías y las energías renovables.
Aequorea victoria
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